martes, 10 de agosto de 2010

La batalla del gas

Aunque el gobierno obstaculizó toda información posible, aunque las dirigencias sindicales sabotearon la medida de todas las formas posibles, aunque la mayor parte del sur peruano dejó las acciones de lucha a los dos o tres días de iniciado el paro indefinido; la provincia de la Convención mantuvo la medida durante 14 días.

El jueves 5 de agosto, un grupo de manifestantes tomaron un campamento de la empresa transportadora de gas por unas horas, siendo reprimidos violentamente por la policía, que les atacó con disparos de bala, produciendo dos heridos graves y otros 16 heridos más, así como 25 detenidos. A Cusco llegó el rumor de tres posibles muertes y un día después llegó una numerosa delegación de convencianos, que también fueron acompañados por una delegación menor de la provincia de Canchis.

Desde la Convención llgearon campesinos, trabajadores y estudiantes. En la ciudad realizaron varias movilizaciones acompañados por los qanchis, los estudiantes universitarios, obreros de construcción civil, representantes de gremios campesinos y otros. Los residentes convencianos realizaron vigilias durante varias noches y el colectivo El Muro activó el mural de expresión en la Plaza de Armas. También el partido nacionalista realizó una movilización de apoyo a la lucha, aunque no lucieron sus banderas partidarias en un gesto elogiable.

La FDTC, principal gremio sindical de Cusco, realizó una movilización que procuró no cruzarse con la otra, porque los convencianos habían declarado traidora a la dirgenta de la FDTC Marta Quispe. El día sábado, al volver de una movilización, los huelguistas retornaron al local de la FARTAC, donde encontraron una parrillada de Construcción Civil Regional (una facción afín a la FDTC) y expulsaron del local a la mismísima Marta Quispe, pues mientras ellos luchaban en las calles, esta dirigenta se hallaba "tomando cervezas".

El lunes se desarrolló la mesa de diálogo en Quillabamba y aunque el primer ministro Velasquez Quesquén no atendió directamente las demandas, la dirigencia decidió suspender la medida, dando una tregua de 30 días al gobierno. Muchos convencianos se sintieron defraudados, pero retornaron a su provincia. Un buen grupo se quedó un día más para participar en la movilización de los estudiantes univeristarios y otros varios gremios. La movilización fue más concurrida de lo esperado pero acabó pronto. La medida de fuerza quedaba silenciada por estos días.

Lo que quedó de estas dos semanas de protesta es que los convencianos fueron abandonados y traicionados por los principales sindicatos. Quedó también evidenciado que existen varias organizaciones que están desconociendo la mala dirección de la FDTC. Y especialmente, quedó claro que el gobierno no pretende negociar nada, salvo dar promesas o desviar el debate a otros temas (el precio del gas es un ejemplo), aprovechando las debilidades de los movimientos sociales. La lucha no ha terminado, pero por el momento, el pueblo peruano ha perdido una batalla, no tanto por la prepotencia del gobierno y las empresas, sino y sobre todo, por la traición de la central sindical regional (la FDTC) y otros sectores de viejas prácticas políticas.

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