jueves, 2 de diciembre de 2010

La estrategia del bloqueo

Los movimientos sociales generan diversas estrategias de lucha, en los últimos años se han generalizado los bloqueos de carreteras y puentes, es importante entender su causa y sus formas. El bloqueo consiste en interrumpir la circulación de vehículos por una carretera, autopista, riel y como vimos en la protesta kukama, incluso por un río. Esto se logra colocando rocas, troncos y otros materiales en un tramo de la vía, los mismos que son cuidados por los manifestantes, que pueden hacerlo por turnos y concentrarse todos en los momentos críticos. Funcionan en base a la organización colectivista, alimentándose con la utilización de “ollas comunes”.

Un pueblo puede estar protestando ante entidades estatales o ante las empresas sin que estas los tomen en cuenta, cansándose en una lucha simbólica pero pocas veces efectiva. En cambio, al bloquear una carretera, logran la atención de la prensa y el Estado. Como los viajeros son perjudicados, en la huelga amazónica o en varios paros andinos, los transportistas negociaron para que liberaran la vía durante horas específicas, incluso en el paro de regantes en Anta (Cusco), viajeros y piqueteros jugaron un partidito de fútbol para que les dejaran pasar.

Las organizaciones no pretenden perjudicar a la población, lo que buscan es interrumpir la actividad comercial, pues sólo eso les duele a las empresas y gobiernos. Los pueblos han aprendido en la práctica que la circulación de mercancías y dinero es lo más importante para el sistema capitalista. Un bloqueo prolongado puede generar desabastecimiento en la población urbana, por eso las organizaciones han dado treguas, abriendo el bloqueo por horas. Con esto se logra el respeto de otras poblaciones, pero se sigue perjudicando a las grandes empresas, que requieren la mayor circulación posible para obtener más ganancias.

En algunos casos la protesta no sólo va dirigida contra el Estado, sino además a la sociedad urbana. En las luchas en defensa del gas o el agua, las provincias cusqueñas exigieron el apoyo de la ciudad de Cusco porque el proyecto cuestionado también perjudica a la ciudad. En el paro de los damnificados por las inundaciones de enero-marzo, el bloqueo también se convirtió en un reclamo del campesinado contra el centralismo y la marginación de la ciudad.

Los lugares más estratégicos a bloquear han resultado los puentes. La protesta conocida como el moqueguazo se concentró en el puente Montalvo, en Canchis los bloqueos de los puentes Combapata y Arturo fueron tan importantes, que este último fue llamado “cuartel del pueblo”. Estos espacios son fáciles de bloquear y cortan la vía de forma definitiva, además permiten medir las fuerzas de la población ante la represión, pudiendo avanzar o replegarse con mayor facilidad.

En Espinar, la protesta ya duraba varios días sin respuesta del Estado, así que decidieron salir de su “jurisdicción” y bloquear la carretera ya en suelo arequipeño. Igualmente vimos que la población de Yunguyo bloqueó la carretera a Desaguadero en otra provincia, y recientemente, la misma modalidad llevó a la población de Sandia a bloquear el ingreso a la ciudad de Puno, bastante lejos de su provincia. Y es que para lograr el impacto necesario se requiere bloquear vías importantes en la circulación comercial. Otra cosa que los pueblos están aprendiendo es atacar al enemigo directo. Varias veces en la Amazonía se han bloqueado vías usadas especialmente por las empresas, como en el mencionado bloqueo del río Marañón. En el distrito de Vilcabamba, en La Convención, se ha bloqueado la carretera que usa la mina, que no perjudica a nadie más en la zona.

Debido a la eficacia de estas estrategias, el sistema pretende criminalizarlas, es decir, considerarlas un delito. La prensa al servicio de las empresas dice que los bloqueos atentan contra el derecho a libre circulación de las personas, pero de ser así, también se debería sancionar a las procesiones religiosas, los conciertos realizados por entidades públicas o (mayormente) privadas, los eventos deportivos y los desfiles cívicos; pues todas esas actividades “bloquean” la vía pública, impiden el libre tránsito de personas ajenas a esas actividades, perjudicando a varios sectores de la población.


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