jueves, 18 de agosto de 2011

Mercados limpios por fuera y sucios por dentro

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En el editorial del Diario del Cusco del 12 de agosto de 2011, este medio saluda la instalación de un nuevo supermercado en la ciudad, alentando a la población a “modernizarnos” con este tipo de locales. Al margen de la opinión de un diario conocido por ser parte de la “prensa basura” local (basta revisar sus páginas llenas de publirreportajes camuflados, para darnos cuenta que en este medio publica quien paga), este editorial permite reflexionar sobre dos aspectos muy importantes.

Dime lo que comes y te diré quién eres

El primero está referido a la alimentación, y por ende a la salud de la población. Los supermarkets aparentan ser lugares limpios, donde el comprador siente estar adquiriendo productos sanos. Pero la mayor parte de lo que allí se vende contiene sustancias dañinas para la salud, cantidad de colorantes, conservantes, edulcorantes, acidulantes y demás aditivos alimenticios; muchos de los cuales producen alergias, asma y otras enfermedades, dañan órganos como los riñones o el hígado y en varios casos contienen sustancias cancerígenas. Estos aditivos se conocen con códigos encabezados por la letra E, no todos son dañinos pero es muy difícil saber lo que uno está consumiendo al adquirir estos productos, pues en las envolturas sólo vemos esos códigos y tendríamos que demorar mucho tiempo para constatar, con una lista en la mano, qué efectos puede causar en nuestra salud cada uno de estos elementos.

El otro problema es la presencia de alimentos transgénicos, que no se indican en las envolturas, pues en el Perú esto no está reglamentado. Los efectos que puedan causar estos productos no están totalmente estudiados, en experimentos hechos con animales se ha detectado que aumentan las posibilidades de cáncer y otras enfermedades.

Es una contradicción que nos llenen de estos productos cuando tenemos una riqueza de alimentos nutritivos, mayormente sanos pues la mayoría de los campesinos locales producen orgánicamente, siguiendo prácticas tradicionales. Tenemos alimentos mejorados naturalmente como el chuño, cereales que bien reemplazan las proteínas de la carne como tarwi, quinua y kiwicha. Cantidades de frutas, verduras, granos y tubérculos, coronado todo esto por la hoja de coca, el “architónico” natural.

Economías locales enfrentando transnacionales

Los productos ofrecidos por los “super” mayormente vienen de grandes empresas transnacionales que controlan los mercados de alimentos globales como la Nestlé, o la empresa peruana Alicorp, que distribuye productos mayormente importados. Todo esto perjudica a los productores locales, perdiéndose los mercados tradicionales. Los “super” financian campañas publicitarias enormes para inducir a la población, no solo a adquirir sus productos, sino a que desconfíen de los productos y mercados locales.

Dicen que los mercados son poco higiénicos, pero esto se debe, entre otras razones, a la sobrepoblación de estos lugares. En todo caso, se debe mejorar estos lugares, no deplazarlos. Los grandes supermerkados terminan destrozando también las bodegas o tiendas barriales, en Lima son incontables los casos de pequeños comercios que han muerto poco a poco a partir de la llegada de un Super. Los precios en estos sitios suelen ser más modernos, pero esto se debe a la explotación de sus trabajadores (como el caso Ripley), o a la obtención de los productos a bajos costos en otros países, ya sea por los subsidios y ventajas que gozan las grandes agroindustrias en países del norte, o por la explotación de productores y trabajadores en algún país del que se obtiene el producto.

Los “super” son parte de la cadena de explotación capitalista, su crecimiento va de la mano del crecimiento de las diferencias e injusticias sociales. Es absurdo pensar “modernizarnos” en beneficio de las transnacionales, enriqueciendo más a los ricos, a costa de cerrar los mercados locales, empobreciendo más a los pobres. Lo peor es a costa de nuestra salud, dentro de una tendencia que quiere convertirnos en personas débiles, consumistas, alienados. En otras palabras “jodidos pero contentos”. La alternativa está aquisito nomás, hay que defender al agro y para eso, también tenemos que rechazar otras amenazas como las industrias mineras y del petróleo, apoyando la lucha que varios pueblos agricultores hacen en defensa de su territorio, de la Pachamama y de la soberanía alimentaria de todos nosotros.

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