jueves, 22 de diciembre de 2016

ESA, LA DEMOCRACIA LIBERAL

“Prende la tele y mira que buen rating tiene esta nueva
comedia… bombardeando con publicidad , se convierte
el problema en oportunidad… manipulando, creando
ilusiones y borrando conciencias (…) Y así se mueve la
bolsa y la banca, y el precio por acción aumenta. La
democracia de un pueblo se mide, según el nivel de
sus ventas…”
Tema “La perfección”
Banda Punk Los Suziox de Colombia

Un viejo profesor decía, la democracia se reduce al dicho popular “la mayoría manda” y punto. Lo que difícilmente avisa el dicho es: ¿qué se entiende o pretende denominar con “mayoría”?. Los gobiernos sucedáneos en Perú y en más de los países de la región, de ninguna forma fueron elegidos por mayorías (si mayoría sindica masas de votantes movilizados por embusteras prebendas).

El Marx del Liberalismo, Schumpeter, considera a la democracia como “un método político de elección de representantes; en un marco de sociedades con poca dirigencia, [y] grandes masas”. Manifestaba que, el hombre común (la masa), ocupado en sus cuestiones cotidianas, no posee capacidades políticas y por ello mismo será más fácil captarlos por los grupos interesados en el poder, a través de una eficiente propaganda y así configurar la voluntad popular. El mismo ideólogo sugiere, que la política es un mercado más de oferta y demanda de productos particulares, dándole “una fuerte importancia a la propaganda para vender el producto que los políticos-empresarios ofertan a sus clientes-ciudadanos a través de las plataformas políticas de sus partidos-empresas”. “Política como mercado, partidos como empresas, de competencia oligopólica por la concentración de poder y un público manipulado por una información altamente especializada y dirigida” [1].

No debiera sorprendernos las referencias anotadas arriba, un constructo en la realidad imperante que legitima la posición de los que tienen autoridad, el poder; reafirmada bajo el influjo y la necesidad del capital, además que para su propia reproducción. Si se quiere reconocer a la Democracia como tipo de gobierno (la Ciencia Política así lo concibe), se está diciendo que es una forma de organizar y ejercer poder, por lo mismo un método para “elegir” las dirigencias, las élites para ordenar y mandar (la misma acción política pretende siempre esto); no necesariamente buscar el bien de todos, del conjunto, la sociedad, del bien común.

El juego de la “democracia” en países como el nuestro y bajo el influjo del liberalismo global, donde la economía somete a los espacios de la política, la sociedad, la cultura y a la misma naturaleza; responde a los intereses de los poderes fácticos que controlan los hilos de la economía nacional y en consonancia a los intereses del mercado de recursos y productos mundial. Las disputas políticas, al interior de nuestro país, son también signos de los reacomodos del mercado de recursos-materia prima, industria-productos y comercio. Se comprueba este hecho en la financiación, de parte de estos sujetos económico-sociales, la “gran empresa”, hacia los partidos que participan en las contiendas electorales[2]. El peso sobre nuestra realidad social, depende de cuan lacayos son estas elites políticas de signo diverso.

En la actual coyuntura del país[3] -que también fueron recurrentes a los gobiernos pasados-; hoy se ha ido generando, en inmediaciones de la acción política del espacio estatal, contiendas post-electorales de reacomodos derecho-izquierdistas. Pugnas parlamentarias, de entredichos político-mediáticos; sucediéndose un sinnúmero de confrontaciones entre mayorías y minorías,  entre alas neo-liberales, entre derechas e izquierdas liberales de la llamada democracia representativa, al interior del parlamento y fuera de él.

Las respuestas también coyunturales a tales “disputas”, todas cabalgan y se sustentan en afianzar procesos desarrollistas como aquel del “desarrollo sostenible”[4], defendidas en términos económicos por el “crecimiento” y políticamente acondicionada a la idea de “gobernabilidad”[5]. Ambas, crecimiento y gobernabilidad son patas de articulación del mismo cuerpo liberal, para “mejor” administración de las recurrentes crisis del capitalismo al interior de los países; por otro lado, querer adecentar la ineficacia del estado y por ende de la democracia de las componendas. Todo para igual.

Más, las repentinas confrontaciones en las “alturas”, para ver los problemas en el sector educación –por ejemplo entre mayoría y minorías parlamentarias, entre ejecutivo y legislativo, que decían evaluar los “avances” educativos salpicados de corrupción-; no son más que signos de reacomodo y pugna de las fuerzas reales de control del poder, los tutores factuales de manejo de la economía y política del País. El negocio de las universidades en disputa, tanto en orientación, los contenidos para la “competencia” y las pingües ganancias a generar por su control. Luego, es aquel mismo poder que gesta, para una necesaria “paz social”, un discreto “entendimiento de las partes en democracia”. Los llamados realizados por los empresarios en la última CADE 2016 de Paracas, no solo era un signo, sino un mandato a ambos extremos de su misma corpulencia. Que lo implemente el cura mayor de la iglesia, no importa, mejor así. Un periodista “bien informado” decía en una radio de alcance nacional: “lo que cualquier democracia hace es… pactar!” (Radio Exitosa, emisión del 9/12/2016). Es el discurso precisamente liberal, que dice que para la afirmación del modelo es “saludable” mostrar las discrepancias a escala “mayoría–minoría”.

Preguntamos: ¿Qué diferencias puede haber, entre mayorías y minorías, en el actual parlamento peruano? Aquí un ejemplo para-patético: qué distancias sustanciales encontramos entre Fujimorismo delincuente (hoy en el control del parlamento) y “pepekausismo” lobista y doblez (gobierno de turno)??… ¡¡Ninguno!!; sólo inclinaciones hacia diferente gran empresario o multinacional. Y allí, la izquierda liberal ¿a que juegan?; pues sí, balancean hacia la defensa de la “institucionalidad democrática” (léase gobernabilidad), en auxilio de las “reformas” (como la ¿educativa?, ¿universitaria?, ¿del Estado?). Todos, unos y otros, se disputan el renombre de demócratas por supuesto. Aquellos, legitiman la posición de los que tienen autoridad, que en el fondo mantiene las relaciones de poder, el control de los recursos para la reventa, afianzadas en el libreto político liberal. Así, la democracia se resume en eso, la “mayoría” manda. Claro que sí, la suma hace mayoría. El suelo está parejo.

Antaño -luego de la putrefacción fujimorista de los 90-, en defensa y para “recuperar la democracia”, negociaron unos y otros el reacomodo de las cuotas de poder. La perversidad fujimorista ganó e impuso su constitución; los otros, partidos, gremios y sindicatos -aliados o con “cautos” apoyos- ganaban elecciones. El gran empresariado, los burgueses, sin mayor disimulo ganaban la constitución de sus sueños y financian a candidatos elegibles/elegidos…, ganan presidentes. La ética liberal del fujimorismo, suerte de moral “exitosa” embadurnada de corrupción, muerte y populismo, había hecho carne, se inyectaba en cada conducta de la gestión estatal y la empresa; y, acorrala a la sociedad en general. El Estado excreta(ba) su función histórica sin mayor reparo: malea(ba) la sociedad. Hoy se hace obras y se es exitoso robando; el éxito es de una notoriedad gerencial digno del sátrapa; los pueblos consiguen “desarrollo” a punta de prebendas y coimas. La autoridad es sinónimo de éxito y corrupción –a la vez-. La gran empresa acorrala al Estado para ganar y ganar, y tumbar todo aquello que obstruya la democrática economía del crecimiento: aunque sea menospreciar o liquidar al administrador de turno, de su sistema educativo –por ejemplo-. Por supuesto eso es lo menos notable; se ha recuperado la democracia, eso interesa. Estamos ante suelo fértil para el surgimiento de algún fascismo.

“(¡Qué náuseas sentiríamos si conociéramos el número de crímenes y bajezas que simbolizan la banda de un presidente, la mitra de un obispo, la medalla de un magistrado y las charreteras de un general!) (¡Cuántas genuflexiones y curvaturas!) (Cuántos empeños y chismes! (Cuántos perjurios y cohechos! (Cuántas prostituciones de las madres, de las hermanas, de las esposas y de las hijas!) A mayor encumbramiento, mayor ignominia, pues hubo que arrastrarse más para subir más alto.”[6]

 “Preguntaba un viejo yanqui a un inmigrante
recién desembarcado en Nueva York:
-¿Es usted republicano?
-No; yo no soy republicano.
-¿Es usted demócrata?
-No; yo no soy demócrata.
-¿Entonces...?
-Soy de la oposición; siempre contra el Gobierno”.[7]

Sabemos, los gobiernos son sólo administradores del Estado. Viva la Democracia.

Orestes Bellota



[1] Referencias para este acápite: Fernández E., C. M. (2003) Democracia: Definiciones, épocas y sistemas: De los antiguos a los modernos, de los liberales a los revolucionarios. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.616/te.616.pdf.
[2] Ejemplo dramático el caso del Apra de Alan García y el soporte financiero del Grupo Romero, dueño del Banco de Crédito del Perú. Así, las bolsas para financiar candidatos provienen de sociedades y grupos de poder económico hacia candidatos de una u otra marca, y de forma encubierta en más de los casos.
[3] Temas de coyuntura y en sumo estructurales, entre otros, son: las políticas extractivistas y degradante de nuestros recursos naturales o la privatización de recursos como el agua, la reivindicación ambiental y económica de las poblaciones afectadas por la minería y otros, las exigencia salariales de profesores y empleados públicos; pasando por necesidades de seguridad y resguardo social, la corrupción hecha disciplina; hasta la propia problemática de educación y la reivindicación de derechos sexuales e identidad de genero (aparte se puede agregar la disolución del Congreso, como artilugio legal en disputa).
[4] El llamado desarrollo sostenible, es tema aun a desentrañar. Suerte de timo y ardid del propio capitalismo que viene siendo alertada por muchos estudiosos.
[5] Véase los Planes de Gobierno de las derechas e izquierdas, Partidos involucrados en el último proceso electoral 2016.
[6] González Prada, Manuel. “La anarquía”, sobre La Autoridad. Fundación para la Investigación y la Cultura. Bogotá, D. C., 2010. Pg. 31. www.cronicon.net/fica/index.html. Colección Memoria de nuestra América. www.bicentenariodelasamericas.org.
[7] Ídem. Pg. 30-31.

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