lunes, 1 de mayo de 2017

El rol de Mariátegui en la derrota del proletariado

Es una paradoja que el 1 de mayo homenajeen a Mariátegui, siendo que este tuvo un rol negativo en la derrota del proletariado en los años 20. Es necesario reconocer en José Carlos Mariátegui grandes aciertos, pero como era humano también tuvo errores, y curiosamente son precisamente sus errores los que fundamentan los grandes mitos de la izquierda peruana. Una izquierda que escogió su origen en la fundación de la CGTP, borrando todo la historia de luchas anteriores y escogiendo como héroe fundamental a Mariátegui, aunque luego siguieron muy poco sus postulados.

El movimiento proletario que la izquierda peruana olvida

A fines del siglo XIX había decaído la vieja organización gremial, que agrupaba a los trabajadores por oficios[1], y estos, empezaron a organizar nuevas asociaciones[2]. La ideología predominante había sido el liberalismo, que postulaba los derechos de todos los ciudadanos, pero a raíz del triunfo de la rebelión liberal en 1895, se instauró un régimen oligárquico que benefició a los grandes terratenientes y empresarios. El Perú vivió uno de sus más largos periodos democráticos, con sucesiones presidenciales en elecciones libres y masivas (en las que no votaban las mujeres ni los indígenas). Los obreros y artesanos no encontraron apoyo en esos gobiernos y el liberalismo dejó de ser visto como aliado, entonces se acercaron a las ideas anarquistas que algunos venían difundiendo.
El prestigio y el verbo potente de Manuel Gonzales Prada entusiasmaron a jóvenes trabajadores y estudiantes para asumir el anarcosindicalismo como base ideológica de sus organizaciones. En 1905 la Federación de Panaderos se declaró anarquista y el 1 de mayo convocaron a luchar por la jornada de 8 horas. La situación era clara: la democracia liberal favorecía a industriales y propietarios, sin dejar opciones al proletariado, que sólo tenía el camino de organizarse y luchar por sus derechos. Las asociaciones y federaciones que se iban fundando por todo el país, también editaron su propia prensa y organizaron centros sociales y culturales, así como organizaciones de mujeres que difundían el feminismo.
Esos años, se usaba el término proletario para referirse tanto al trabajador asalariado dependiente de un patrón, como al trabajador independiente como los artesanos, que además eran la mayoría de la PEA urbana. Las protestas rurales y el trabajo de indigenistas como la Asociación Pro Indígena, llevaron a los anarcosindicalistas a vincularse al mundo indígena, que era la mayoría de la población peruana. En 1913 las federaciones y sindicatos se agruparon en la Federación Obrera Regional Peruana (FORP), ese año el gobierno de Guillermo Billingursht reconoció los derechos a sindicalizarse y a la huelga, pero fue derrocado por un golpe militar al año siguiente. El camino legal volvía a esfumarse.

Leguía, Mariátegui, Haya y el anarcosindicalismo 

En 1917, la noticia de la revolución rusa impactó en todo el mundo, se abría la posibilidad de que el pueblo llegara a tomar el gobierno y cambiar las estructuras de la nación. Cada quien asumió esto a su modo, la FORP dirigió la lucha hasta obtener la jornada de las 8 horas en 1919. A pesar de las advertencias de Prada para no confiar en los socialistas, los dirigentes obreros no tuvieron temor en coincidir con estos en sus luchas, los marxistas eran tan pocos que los anarcos no los veían como competencia. Y fueron amigos y “discípulos” de Prada los que iniciaron la labor de difusión del marxismo en Lima: Mariátegui, Falcón, Haya.
De los tres, Víctor Raúl Haya de la Torre era el menos cercano a Prada pero se amparó en la imagen del “maestro” para acrecentar su liderazgo, logrando una unión entre proletarios y universitarios. José Carlos Mariátegui, César Falcón y otros organizaron el primer núcleo socialista en 1918, organizado como una vanguardia para influir a las organizaciones populares y construir un partido marxista que “politizara” al proletariado peruano. En 1919, el nuevo presidente Augusto B. Leguía ofreció reformas y respaldó la creación de organizaciones, en un intento por cooptar los movimientos sociales. Captó a varios activistas y a otros les ofreció distintas cosas, como un viaje a Europa para Mariátegui y Falcón, ofrecimiento que aceptaron más por presión que por decisión propia.
La “patria nueva” de Leguía ofrecía reconocer ciudadanía a los sectores populares, pero la estructura económica se afianzaba en su dependencia al capitalismo internacional, pasando de la hegemonía británica a la norteamericana. Sus proyectos modernizadores como construcción de carreteras, se hicieron a costa del trabajo forzado de los indígenas, generando más rebeliones. La FORP continuó su actividad centrada en la autonomía con respecto al estado, los líderes indígenas anarquistas abandonaron las instituciones creadas por el Estado y formaron una federación indígena, pero el clientelismo estatal los había debilitado.
En 1921, Haya creó la Universidad Popular Gonzales Prada (UPGP) donde los universitarios adoctrinaban en el socialismo a los obreros. Cuando Haya fue deportado por Leguía la conducción de la UPGP quedó en manos de Mariátegui, que acababa de volver de Europa. Este se sumó a la prensa de la FOL (ex FORP), en la que introdujo planteamientos marxistas iniciando una larga rivalidad con Delfín Lévano, panadero e importante dirigente anarquista. Lo que vino después fue un crecimiento de la represión estatal a las organizaciones populares, debilitadas a su vez por la pugna interna creada por los marxistas. La UPGP fue cerrada, la policía interrumpió el congreso de la FOL y apresó a muchos dirigentes (1927). Mariátegui aprovechó esta coyuntura para organizar la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) en 1929.
Mariátegui supo atraer a muchos intelectuales a su revista Amauta (1926-1930), con un discurso plural que le permitió agrupar a la intelectualidad peruana, acrecentando su leyenda. Bajo la consigna “somos demasiado pocos para dividirnos”, predicó un marxismo que recogía las peculiaridades de la sociedad peruana, atrayendo a los indigenistas, y mantuvo autonomía  frente a Rusia, atrayendo a los anarquistas. Mientras tanto, Haya convocó a sectores liberales y nacionalistas, fundando en el destierro (en México) el partido APRA (1927). Mariátegui fundó el Partido Socialista (1928) y tuvo dificultades para integrar a los núcleos marxistas de Cusco y Arequipa, que se inspiraban en el comunismo ruso (leninismo) y criticaban incluso la pluralidad de Mariátegui.[3] Las “células” comunistas se consideraron la vanguardia que iluminaría al proletariado y liberaría también al campesinado, siguiendo la doctrina marxista-leninista.

El proletariado después de Mariátegui

Mariátegui murió en 1930, su partido fue renombrado Partido Comunista y asumió dogmáticamente los dictados del PC ruso, descartando la idea de su antecesor, esa de que “el socialismo peruano no puede ser calco ni copia”. El PC borró la historia previa de la memoria de las luchas sociales, tomándola como simple antecedente,  y priorizó la lucha de clases, subalterniando al feminismo y al indigenismo. El anarquismo quedó en grupos reducidos, el discurso nacionalista del Apra tuvo más presencia en los sindicatos y lideró rebeliones, fundando la Central de Trabajadores del Perú en 1944, pero en los años 50 el Apra viró a la derecha, provocando deserción en sus filas y el fortalecimiento del PC y su CGTP.
Al proletariado le costó caro asumir el marxismo, pues perdió la autonomía de sus organizaciones y los sindicatos quedaron centralizados y manejados por el Apra y el PC. Estos partidos ayudaron a aceptar la idea de la modernización del país, pues para llegar al socialismo había que desarrollar primero el capitalismo. El país se industrializaba y los artesanos se reducían en número, convirtiendo a los obreros de  Construcción Civil como el gremio más fuerte. A diferencia de los artesanos que se familiarizaban más con tendencias autonomistas, los obreros se sentían más cómodos en una organización centralizada y vertical, su modo de vida también influyó en su adhesión ideológica.
En los años 60 el PC llevó a la práctica una idea de Mariátegui, aunque en sentido inverso, contrariamente a eso de “somos demasiado pocos para dividirnos”, como ya se vieron siendo muchos, se dividieron en varias facciones.  El marxismo en sus múltiples versiones se convirtió en la única forma de pensamiento crítico en el país, lo que no resultaba siendo muy crítico. A pesar de eso, las grandes luchas de esos años no fueron lideradas por el PC sino por grupos marxistas divergentes como el troskismo (rebelión campesina de La Convención), y fue un militar (Velasco Alvarado) quien protagonizó el único gobierno izquierdista del siglo XX (1969-1975).
En 1980 el partido maoísta Sendero Luminoso intentó implementar su revolución a la fuerza, reprimiendo campesinos, sindicatos, y a cualquiera que lo criticase, hasta la captura de su líder en 1992. El gobierno de Fujimori aprovechó la caída del marximo mundial y el desgaste de la izquierda local para instaurar un régimen corrupto, neoliberal, autoritario y clientelista, que se mantiene con matices en todos los gobiernos democráticos posteriores.
Hoy, el proletariado ha sido desplazado por el precariado[4] como mayoría; los indígenas han protagonizado nuevas rebeliones y las nuevas vanguardias juveniles tienen poco de marxistas, poco de políticas y más de culturales. Hoy, Mariátegui es un ídolo de la izquierda nostálgica, que se niega a reflexionar sobre su historia, sus orígenes, aciertos, errores y fracasos; pretendiendo reconstruir la hegemonía que tuvo en algún momento.

Roberto Ojeda Escalante




[1] Los gremios eran instituciones coloniales, para los trabajadores de oficios manuales, considerados “deshonrosos” al menos hasta 1783.
[2] Algunos ejemplos son la Asociación de Artesanos fundada por Trinidad Enríquez en Cusco (1872) y la Federación de Panaderos “Estrella del Perú” organizada por Manuel Lévano en Lima (1886)
[3] El grupo Ande de Cusco organizó la primera célula comunista a la que no invitó a marxistas vinculados a indigenistas y anarquistas.
[4] Concepto que describe a los trabajadores precarios, que no tienen estabilidad laboral y cuyas economías se adaptan a lo que encuentran, sea el comercio, los servicios independientes (sean técnicos o profesionales) y la sobrevivencia.